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31 de Agosto del 2021
Ideas
Lectura: 10 minutos
31 de Agosto del 2021
Patricio Moncayo

PhD. Sociólogo. Catedratico universitario y autor de numerosos estudios políticos.

Las variantes de la pandemia social
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Las agendas de gobierno se estructuran a partir de realidades concretas. En el 2021, el Ecuador enfrenta un crisis que viene de atrás y que ha sido agravada por la pandemia. No estamos en un momento de bonanza.

Carlos Matus, en sus cursos sobre planificación y gobierno, impartidos en el Ecuador, utilizaba una metáfora para comprender los retos de  un gobernante.  ¿Por dónde empezar? ¿Qué hacer en los primeros cien días de gobierno? Para decidirse, éste tiene delante de sí -nos decía- dos bolsas, la del paisaje y la de los problemas. En la del paisaje, se cuentan todos los males que aquejan a un país en un momento dado, y que por mucho afán que tuviera para ocuparse de ellos, están tan enraizados que lucen  inmodificables. En la otra bolsa, en cambio, caben los problemas que sí es posible modificar. Esta es la bolsa de los problemas. Su configuración surge de la interacción cooperativa entre el gobierno y la población, a partir de los recursos disponibles en el período de la gestión,  determinado en la Constitución. 

Por eso, Matus ideó un tipo de planificación que tomara en cuenta los apremios del gobernante, no siempre reflejados en los planes de los técnicos. Desafortunadamente, en el Ecuador, no se supo distinguir, una planificación de la otra, y se le dio de baja a la  planificación, como un todo.  Este error se lo consignó en la Constitución de 1998, en la que se suprimió el Conade. La planificación estratégica situacional, así denominada por su creador, fue pensada para los políticos que toman decisiones, en plazos fijos y relativamente cortos.  Fue, en cierto modo, aplicada en el gobierno de Sixto Durán Ballén y de Jamil Mahuad que, pese a ser gobiernos de corte liberal,  entendieron que no había conflicto entre planificación y mercado.

Desde esta perspectiva, cada bolsa tiene el diseño que le dan los actores inmersos en el juego social, cuya situación varía. No es igual, la de quienes ejercen el poder, que la de quienes son gobernados; la de los partidarios del gobierno o la de sus oponentes. La de los que están con el sistema y la de los que lo rechazan. Los grupos, clases, o segmentos diversos de la población, no comprenden los problemas de la misma manera. Lo que para unos es parte del paisaje, para otros, es improrrogable; para unos son problemas, para otros, oportunidades.  Unos aspiran a que sus demandas primen, con cierta vehemencia voluntarista; otros, menos disconformes con su realidad, no están tan apurados, dado que no sufren de iguales carencias. Un tercer grupo, se coloca por encima de esa política, entendida como espacio de realización de aspiraciones personales; es un grupo que mira los toros desde lejos, al no ser  políticos activos. 

De ahí que el juego social oscile en confrontación o cooperación, dependiendo del grado de afectación de los problemas. No es posible aspirar a la unanimidad, cuando hay puntos de vista e intereses distintos y hasta divergentes. La decisión del presidente  Joe Biden de retirarse de Afganistán, responde al propósito de poner fin a una larga guerra de dos décadas, en la que se involucró Estados Unidos tras el 11/S. Todos los cambios ocurridos en uno de los países menos desarrollados del planeta, corren el riesgo de ser abatidos con el retorno del régimen talibán.     

Aterrizando a nuestra realidad. El déficit fiscal del gobierno le lleva a embarcarse en el incremento de la explotación petrolera, y la apertura a la minería. Ello genera otros problemas que tienen que ver con los impactos que tales actividades tienen en la naturaleza y en las poblaciones circundantes. El conflicto entre el extractivismo y el cuidado ambiental, crea un escenario de posibles confrontaciones. Lo mismo pasa con otros temas, como los subsidios a los combustibles o las reformas laborales. Pero estos problemas, no pueden ser abordados en abstracto. Quienes los plantean, se ven obligados a adaptarlos a circunstancias concretas.

 La economía goza en ocasiones de bonanza, por los altos precios de sus productos de exportación; o de penuria, cuando los precios en el mercado internacional, se vienen abajo. Ocurre que, en el primer caso, los presidentes salen premiados, como si ellos fueran los gestores de la bonanza. Mientras que, en la época de las vacas flacas, igualmente se les culpa a los presidentes, de ser responsables del desplome.

 

Contrasta la situación del gobierno de Rafael Correa, con la del gobierno de Guillermo Lasso. Pese a disponer de  cuantiosos recursos por el alto precio del petróleo en el mercado internacional, Correa los dilapidó, provocando la sensación de una aparente prosperidad.

Contrasta la situación del gobierno de Rafael Correa, con la del gobierno de Guillermo Lasso. Pese a disponer de  cuantiosos recursos por el alto precio del petróleo en el mercado internacional, Correa los dilapidó, provocando la sensación de una aparente prosperidad. Paradójicamente, acudió al endeudamiento externo para dar rienda suelta al gasto público. Pese a que creó el Senplades, su gobierno no se basó en la planificación; ésta naufragó en el populismo. Si hubiera afincado su gobierno en la planificación no se habrían construido elefantes blancos, como la Refinería del Pacífico. Muchas obras realizadas en la administración de Correa adolecieron de fallas técnicas, lo cual supuso un despilfarro de recursos.
  
Las agendas de gobierno se estructuran a partir de realidades concretas. En el 2021, el Ecuador enfrenta un crisis  que viene de atrás y que ha sido agravada por la pandemia. No estamos en un momento de bonanza.  En democracia quienes ganan una elección son los llamados a definirlas, no solo en función de sus principios ideológicos, sino de posibilidades reales, y de la legitimidad ganada en las urnas.  Eso no significa cerrar el paso al debate, que es lo que suelen hacer los gobiernos autoritarios.  Pero, tal debate no puede ser exclusivamente ideológico.

Desde luego que en el fragor de la contienda, a un gobierno tildado de neoliberal se le hace aparecer como entregado a los bancos, a los grupos de poder económico. Si ese mismo gobierno favorece a las clases medias o populares, los voceros de las grandes empresas les tildan de enemigos de la libre empresa. Y es que las decisiones gubernamentales pueden afectar a determinados grupos y beneficiar a otros. Lo que no siempre se tiene en cuenta,  es que si la economía logra cierto grado de estabilidad, ello puede dar tiempo para impulsar cambios de mayor alcance social
  
En democracia, estamos en presencia de un juego interactivo, en el que es posible utilizar distintas estrategias, tanto en favor o en contra de tales o cuales políticas. Por eso,  no son descartables las alianzas ni los acuerdos puntuales.  Se debe balancear el corto, mediano y largo plazo. Lo que no es posible hacer, en el primer año de gobierno, puede que lo sea en el segundo, tercero o cuarto. No cabe lanzarse a dar una pelea por las reivindicaciones mayores, si quienes lo empujan carecen de la fuerza social necesaria y si las condiciones de la economía no lo permiten.

Los diálogos que se han propuesto, para que den resultados positivos, deben basarse en esta premisa metodológica: ¿qué malestares, el gobierno y los actores sociales, acuerdan sacarlos de la bolsa del paisaje social y pasarlos a la bolsa de los problemas?  Pero también ¿cuáles son los compromisos de los actores sociales respecto de este traspaso? Pues en una sociedad democrática no solamente existen los derechos sino los deberes.

El plan de vacunación, es un ejemplo. La pandemia creada por un virus, hasta hoy desconocido, ha puesto a la humanidad a la defensiva.  Gracias al desarrollo científico, se fabricaron vacunas que si bien han sido fuente de millonarias utilidades para las firmas farmacéuticas a nivel mundial, han permitido limitar la propagación y los efectos mortales del Covid-19, junto a las medidas de bioseguridad.  En ello ha sido indispensable la acción coordinada de gobiernos, población y ciudadanos.

Igual hay que hacer con las variantes de esa otra pandemia, provocada por la propia humanidad,  en su desarrollo histórico, con distintas expresiones y características,  en los países y regiones del planeta. En el Ecuador, la desnutrición infantil, la discriminación étnica y de género, la crisis de representación política que socava la democracia, u otras necesidades sociales, hondamente sentidas, siguen siendo parte del paisaje social.  Éstas deben convertirse en problemas, para lo cual hay que descubrir las vacunas más eficientes para combatir cada una de sus variantes.

[PANAL DE IDEAS]

Fernando López Milán
Natalia Sierra
Rodrigo Tenorio Ambrossi
Luis Córdova-Alarcón
Julian Estrella López
Alexis Oviedo
Giovanni Carrión Cevallos
Andrés Jaramillo C.
Jorge Peñafiel C.

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