
Ecuador no solamente tiene problemas de balance fiscal en este momento, sino de falta de crecimiento y empleo que es urgente revertir. El mayor problema para el crecimiento y el empleo es que los empresarios e inversores si bien confían en el gobierno, no tienen confianza en que la clase política y dirigencia social esté a la altura de las circunstancias y empujen el carro en la misma dirección en una mirada de largo plazo.
Los altos niveles de confrontación política y las revueltas sociales han causado un enorme daño a la psiquis de nuestro país. No parece haber diálogo real, sólo verdades paralelas que inclusive intentan imponer visiones únicas, axiomáticas y dogmáticas; respecto de las cuales, cualquier opinión en contrario, resulta una herejía susceptible de castigo en la mismísima hoguera y amenazas de incendiar al país. En ese contexto, es muy difícil crecer.
El principal desafío del gobierno es recuperar la confianza en el país como un todo. Esto incluye encontrar soluciones técnicamente competentes y entendibles para la sociedad a los problemas de fondo que dan origen a la ira de la calle contra las elites y la tecnocracia. De hecho, más importante que las medidas económicas es encontrar un método de comunicación efectivo entre las distintas partes para evitar la polarización de las verdades en temas tan sensibles como el precio de los combustibles, la reforma laboral, la ampliación de la política minera, y la reestructuración de las deudas del sistema financiero privado, público y de cooperativas.
Sobre el pedido de congelamiento del precio de los combustibles, sería bueno que la dirigencia social pueda explicarles a los ecuatorianos cómo justifican que se mantenga un subsidio en el que los mayores beneficiarios no son los pobres que toman el bus, sino la gente rica que calientan sus piscinas, los que tiene vehículos de mayor cilindraje y los contrabandistas. Adicionalmente como en economía no hay almuerzo gratis, debe explicarse de donde saldrán los recursos para mejorar la salud o educación que pudieran obtenerse de la liberalización del precio de los combustibles. Sería interesante también que esta dirigencia pueda explicar su posición a los ambientalistas que son muy cercanos a sus creencias.
El principal desafío del gobierno es recuperar la confianza en el país como un todo. Esto incluye encontrar soluciones técnicamente competentes y entendibles para la sociedad a los problemas de fondo que dan origen a la ira de la calle
Evidentemente no se puede negar que hay afectados por el alza del precio internacional del crudo, pero mi respuesta como economista es: si uno va a compensar a alguien, tiene que usar subsidios focalizados que tienen efectos menos distorsionadores en la economía, como podría ser el subsidio directo al transporte público.
En relación a la reforma laboral, acaso la dirigencia sindical se ha preguntado: ¿Qué piensa el 61.53% de la PEA que no tiene empleo adecuado, o el 22.58% que está en el subempleo y el 8,37% que está en el desempleo a mayo 2021 sobre la reforma laboral que les conviene a ellos para conseguir empleo? Creo que la gravedad de la crisis impone que la reforma laboral en esta oportunidad la hagan los “outsiders” y no los “insiders”.
Respecto al cese de la ampliación de la política minera. Si bien se debe precautelar todo daño ambiental por más pequeño que sea, debemos considerar que la tecnología ha avanzado mucho en esta materia. Claro, hay que saber que puertas se golpean. Sobre la reestructuración de las deudas en el sistema financiero, el propio mercado puede hacer su trabajo y no deberíamos jugar con fuego en el mercado financiero que es muy sensible a las malas expectativas.
Por el bien del país, sería bueno que la oposición política y dirigencia social dejen de seleccionar datos que prueban sus posiciones, olvidándose de una inmensa mayoría que las refutan.
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