
Economista y Magister en Estudios Latinoamericanos.
@giovannicarrion
La democracia representativa está en crisis. Basta mirar los pálidos resultados alcanzados por este sistema político en América Latina para entender la gran desilusión que existe en la población, lo cual se expresa –con preocupación- en un menor grado de apoyo y satisfacción con este régimen, como resultado de su deficiente desempeño que hace que los beneficiarios de las decisiones y políticas públicas que se adoptan desde la esfera de poder no necesariamente sean las grandes mayorías sino los grupos más influyentes.
En ese sentido, Chantal Delson, aguda pensadora francesa, advierte que hay un desencanto con la democracia moderna dado, precisamente, el alejamiento existente entre los gobernantes y gobernados, tanto así que ‘…si esa distancia sigue siendo profunda, se convierte en una engañifa, ya que para representar algo correctamente, al menos hay que parecerse o sentirse unido a quién representas…’
Esto último es fundamental entender si se quiere revertir el actual estado de cosas. No obstante, en Ecuador, al parecer se camina en contravía, acentuando con ello, la separación entre mandatario y mandantes. Es conocido en el tiempo que detrás de esas gruesas paredes de Carondelet, especialmente los comensales de palacio, se esmeran en crear escenarios irreales, propios de una república de los utópicos, a fin de no incomodar a su superior y seguir gozando de los beneficios que representa pertenecer a una burocracia dorada.
Ciertamente, resulta desconcertante el nivel de desconexión que muestran los funcionarios con la realidad. Así, a pesar de estar aún fresca la humillante derrota sufrida por el ‘lassismo’ en la última consulta popular, no faltó quien expresara que el primer mandatario buscaría la reelección. Y eso lo sostiene cuando, según la firma Perfiles de Opinión, apenas el 13,47% de los ciudadanos califica como buena la gestión del ‘gobierno del encuentro’, en tanto el 56% de las personas en las ciudades de Quito y Guayaquil firmarían para dar trámite a una eventual revocatoria del mandato del presidente y un 54% cree en el adelanto de elecciones. De otro lado, ahora, el presidente Lasso debe enfrentar un juicio político en la Asamblea Nacional, espacio en el que todo puede suceder, incluida la activación de la muerte cruzada, en los términos que prevé el Art. 148 de la Constitución.
Otra muestra que el oficialismo vive en un mundo paralelo, la dio un ministro que encontró en el doloroso fenómeno de la migración una explicación tan liviana como aquella de la tradición familiar.
A esto se agrega la declaración de un alto funcionario del régimen, para quien el aumento exponencial en la demanda de pasaportes tendría su justificación en la reactivación económica y la urgencia de la gente –se entendería- por gastar los dólares ya no en el país sino en el extranjero. Empero, al poco tiempo de este dislate, el Banco Central del Ecuador acaba de revisar –a la baja- las proyecciones de crecimiento del PIB para el 2023, al pasar de 3,1% a 2,6%...
En este punto, vale retomar el pensamiento de Chantal Delson, en cuanto a que en una democracia representativa ‘…El alejamiento cada vez mayor de los mandatarios democráticos impulsa al pueblo a buscarse un jefe que se le parezca. El populismo tiene su raíz en la ruptura entre el pueblo y la élite…’.
Sin duda, resulta consistente esta afirmación en tanto da respuestas a las preguntas relacionadas con el resurgimiento de determinadas fuerzas políticas en el tablero electoral.
Entonces, si queremos encontrar a uno de los principales responsables del fortalecimiento del neopopulismo en el Ecuador, como vemos, tiene nombre y apellido.
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