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13 de Abril del 2015
Ideas
Lectura: 6 minutos
13 de Abril del 2015
Gonzalo Ortiz Crespo

Escritor, historiador, periodista y editor. Ex vicealcalde de Quito. 

Ya es tarde para componer la economía
El pésimo clima económico de los últimos años, con la falta de seguridad instaurada por el autoritarismo y cambios de humor de Correa, hizo que las empresas productivas desinvirtieran. Ya están produciéndose despidos, y no es fácil recuperar los puestos de trabajo ni conseguir milagros, por más que ahora se “cepille” a los empresarios.

Conversaciones recientes con empresarios me han dejado aplanado: según ellos ya es tarde para intentar rescatar la economía del Ecuador. A pesar de los recientes acercamientos del Gobierno con los empresarios y de la apertura mostrada, ya es tarde porque las empresas dejaron de reinvertir en los últimos años y eso ya no se puede recuperar. Uno de ellos decía que, con suerte, se necesitarían dos años de esfuerzos, con un ambiente favorable a los negocios, liquidez y créditos abundantes, para poder empezar a crear empleo privado.

Lo peor es que la desconfianza, las restricciones de los últimos años, la falta de seguridad instaurada por el autoritarismo y cambios de humor de Correa, llevaron a esa falta de inversión, y ello ya  se está reflejando en el desempleo. En estas últimas semanas ha habido cientos de despidos en empresas de diferentes sectores productivos. Me mencionaron nombres concretos y cantidades precisas de despidos, pero como se trató de conversaciones privadas no quiero traicionar la confianza citándoles aquí.

Lo que sí puedo repetir, porque es más o menos público, es lo que los empresarios le dijeron al presidente en su reunión: 35.000 personas van a perder su empleo este año, haga lo que haga el Gobierno. Así se abrió la reunión, palabras más, palabras menos. Fue un inicio durísimo para una cita que ambos sectores necesitaban, el Gobierno para tender puentes a fin de encontrar qué puede hacer para reactivar la economía privada después de tantos años de promoción incansable del modelo estatista, y los empresarios, para ver si encontraban algún eco a sus demandas respecto no digamos al apoyo pero al menos a la disminución de trabas, trámites, controles, impuestos, regulaciones, requisitos. Después de todo, habían pasado 30 meses sin ningún encuentro de los empresarios con el presidente, y había expectativa ––más del lado gubernamental, a decir verdad, porque los empresarios abrigan demasiadas dudas después de ocho años de sufrir a Correa––.

La declaración empresarial es terrible; 35.000 familias afectadas por la desocupación este año es muy mala noticia. Esta destrucción acelerada del empleo es consecuencia no de decisiones de hoy sino efecto de un proceso de desinversión ante el clima económico de los años precedentes.

Lo peor es que a pesar de toda la buena voluntad que pueda ponerse de lado y lado, no hay mucho espacio de maniobra. Está lo de la condonación de intereses y multas tributarias, que algo aliviará a las empresas productivas y que proporcionará ingresos a un fisco desesperado por ello, pero que tiene también un lado pernicioso: permitirá limpiar sus cuentas a evasores de siempre y creará una inequidad manifiesta respecto de aquellos empresarios que sí pagan cumplidamente sus impuestos.

La falta de liquidez fiscal afecta, a su vez, a toda la economía, porque con el modelo estatista ha sido ella el motor del crecimiento de los últimos años. Es conocido el ciclo en el que entramos ahora: ralentización económica, menos depósitos en la banca, menos créditos bancarios, más ralentización, menos depósitos, menos créditos. Y el Gobierno sin poder hacer nada, porque ya no tiene para gastar como antes en carreteras, escuelas, hospitales, ni seguir engrosando el ya inmenso aparato burocrático.

El Gobierno a lo único que apuesta a estas alturas es a concluir las hidroeléctricas, para poder cambiar la matriz energética y eliminar los subsidios a los combustibles fósiles. Eso le daría un alivio por el lado del gasto fiscal y también de la balanza petrolera. Pero eso, en el mejor de los casos, no sucederá sino muy entrado el 2016.

Y eso es todo. No hay ninguna varita mágica. “No hay ninguna abuelita de 15.000 millones de dólares”, dijo uno de los empresarios con los que conversé. ¿Será la minería la salvación? La peor noticia respecto a las mineras (dejando de lado todo el problema ambiental) es que si hoy entrasen a excavar, el Ecuador no recibiría ingresos hasta dentro de siete años. Esa es una proyección realista; todos los otros plazos son meras ilusiones.

¿Qué queda, entonces? Así como Correa no tiene futuro político si no se reinventa a sí mismo, no hay futuro si el Gobierno no se decide por una verdadera austeridad. ¿Por qué en la última rotación de ministros no se aprovechó para suprimir, por ejemplo, el Ministerio de Talento Humano, ridiculez burocrática donde las haya? Según los comentarios, eso es lo que se iba a hacer: Pancho Borja va otra vez de embajador, Guillaume Long pasaba a Cultura (lo que se hizo) y se suprimía Talento Humano… Pero al final, Correa no lo quiso y nombró ministro y ahora es más difícil el recorte. El empecinamiento de Correa por el modelo estatista (y el miedo a que cualquier recorte le cause más problemas) es el peor de los obstáculos en un año extremadamente complicado.

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