

En la cárcel Turi, los presos entregaron sus armas días después de la masacre del 23F. Cientos de cuchillos y armas artesanales llenaron alrededor de 7 mesas. Foto: SNAI
Para explicar el 23F, como se ha denominado al día de la matanza en las cárceles de Ecuador, es necesario revisar el contexto del tráfico de drogas en Ecuador. Según fuentes reservadas y documentos de Inteligencia, en el país estarían actuando cuatro grupos delictivos que se disputan no solo el control de las cárceles sino también el negocio ilícito: Los Lagartos, Los Mexicanos y los Choneros, los cuales estarían pasando por un fraccionamiento en otros grupos liderados por las bandas Los Lobos y Los Tiguerones. Estas disputas han provocado el incremento de la violencia tanto en los centros penitenciarios como en las calles, desde el 2017. En ese año se registraron 972 muertes violentas en el país; en el 2020, llegó a 1.358.
Esos enfrentamientos tuvieron su mayor clímax después de cuatro crímenes de actores claves, ocurridos entre 2019 y 2020, y son los antecedentes a los amotinamientos de la semana pasada.
En la cárcel de Turi, los presos entregaron de forma voluntaria armas blancas de fuego y celulares. Fotos: SNAI
El primero sucedió el 11 de junio de 2019. Ese día, Wiliam Humberto Poveda Salazar, alias Cubano, fue decapitado e incinerado; su cabeza fue exhibida dentro de la cárcel Regional de Guayaquil, la más grande de la ciudad. Alias Cubano era el líder de la banda de los Cubanos aliada de Los Lagartos, ambas enemigas de los Choneros. Según fuentes carcelarias, fue el privado de libertad con los negocios de narcotráfico más grandes del Ecuador. Era vox populi dentro de las cárceles -contó la misma fuente- que él estaba a cargo de los negocios de alias Gerald o mejor conocido como el Pablo Escobar ecuatoriano, el primer connacional que ha sido extraditado a EEUU. Alias Gerald está en una cárcel norteamericana desde 2017.
El segundo hecho fue el asesinato de Telmo Castro, el 3 de diciembre de 2019, en esa misma cárcel. Castro, alias Capi, fue apuñalado y hallado en su celda desnudo y amarrado de pies y manos. Era famoso por sus envíos de droga en avionetas. Era un exmilitar que fue señalado como el puente directo del cártel de Sinaloa en Ecuador. Incluso su nombre apareció en el juicio del Chapo Guzmán. Fue capturado en el 2013, pero fuentes antinarcóticos informaron que continuó con sus negocios desde la cárcel. Su poder solo podía ser comparado con el de alias Gerald. Pero actuaba con su propia estructura delictiva, según esas fuentes, es decir sin alianzas con las bandas locales.
Frente a la Fiscalía, en Quito, un pequeño grupo de familiares de presos pidió más controles. Foto: PlanV
Estas disputas han provocado el incremento de la violencia tanto en los centros penitenciarios como en las calles, desde el 2017. En ese año se registraron 972 muertes violentas en el país; en el 2020, llegó a 1.358.
El tercer asesinato se dio el 15 de diciembre pasado. Fue contra Jaime Gregorio Mallorca Almache. Aquella muerte fue un punto de inflexión. Mallorca era parte del círculo cercano de Telmo Castro. Ambos fueron detenidos en 2013 cerca de una pista ilegal de aterrizaje. Mallorca fue sentenciado a cuatro años de cárcel, pero obtuvo la prelibertad en 2016. En 2019, nuevamente fue detenido tras el aterrizaje de una avioneta en los predios de la Refinería del Pacífico, en Manabí. A Mallorca, dice el parte policial, se lo vio bajar de la aeronave vestido de camuflaje y con maletas. Él, junto a otros ocho miembros de su grupo, fue detenido y recluido en la cárcel de Latacunga. Allí los llamaban como ‘la banda de los mexicanos’. En el motín del 15 de diciembre, tres de ellos fueron asesinados con armas blancas, incluido Mallorca.
En esa pista de la Refinería del Pacífico aterrizó una avioneta de forma ilegal, en 2019. Uno de sus ocupantes era parte del círculo cercano de Telmo Castro, nexo directo con el cartel mexicano de Sinaloa. Foto: Ministerio de Gobierno
La cuarta muerte fue la de Jorge Luis Zambrano González, alias JL o Rasquiña, que se produjo el 28 de diciembre pasado en un centro comercial de Manta. Fue el líder de los Choneros, la organización delictiva más temida del Ecuador, que alcanzó la hegemonía en la mayoría de los centros de privación de libertad después del asesinato de alias Cubano. JL salió de la cárcel en junio de 2020, tras un polémico fallo de un juez que le rebajó la sentencia.
La semana pasada, el exministro del Interior y actual asambleísta, José Serrano, declaró en varios medios de comunicación que Zambrano dejó la cárcel después de un supuesto pacto con altos funcionarios del Gobierno a cambio de que mantenga el orden en las cárceles. El Ministerio de Gobierno refutó a Serrano en un comunicado y sostuvo que tanto la Policía y la Fiscalía denunciaron la salida irregular de Zambrano de Latacunga. “No es precisamente este Gobierno al que se le puede acusar de vínculos con el crimen organizado, peor aún con el narcotráfico”, dice el remitido oficial.
Según fuentes de Inteligencia, Zambrano quería ocupar cargos dentro de la estructura de tráfico internacional de drogas, liderada por Telmo Castro. Las mismas fuentes señalan que Zambrano habría dispuesto el crimen contra Mallorca, aliado de Castro. Ese asesinato, el de Mallorca, habría generado a su vez la venganza contra Zambrano y el inicio de una guerra sin precedentes en las cárceles ecuatorianas.
Un tiburón y un lagarto
Una pintura muestra un tiburón que muerde a un lagarto y encima las palabras 100% Choneros. En este mural, que está en una cárcel de Guayaquil, se ilustra la guerra de esa agrupación contra otra denominada Los Lagartos. Hasta 2020, fuentes de Inteligencia sostienen que esos enfrentamientos fueron los principales detonantes de la crisis carcelaria, que se trasladó incluso a las calles en la provincia de Guayas. El año pasado, hubo 51 fallecidos de esos grupos en diversas cárceles del país en distintos amotinamientos.
Hasta entonces el liderazgo en los Choneros estaba claro. Junto al mural de la cárcel está escrita la estructura de la agrupación delictiva. Se observan dos líneas de mando: en una están alias JL o Rasquiña y debajo de él, alias Fito, cuyo nombre real es Adolfo Macías Villamar. En la otra, está alias JR, cuyo nombre real es Junior Roldán Paredes, a quien le sigue alias Javi. Para Inteligencia policial, alias JL, Fito y JR eran el comando de Los Choneros.
Alias Fito fue condenado, en 2012, a 25 años de prisión por asesinato. Pero un año después se escapó de la cárcel La Roca de Guayaquil, junto a otros ocho integrantes de la banda. Fue recapturado tres meses después. La Policía lo consideró como el brazo armado de alias Gerald en Ecuador. La Fiscalía estableció que él era el encargado de coordinar los envíos de gasolina mediante barcos desde Manta y Jaramijó, para que se abastecieran las lanchas rápidas que llevaban la droga hacia Centroamérica. Alias JR ha enfrentado procesos por asesinato, delincuencia organizada, robo e ingreso de artículos prohibidos.
Debajo de ellos, estaban los líderes de siete subgrupos de los Choneros. Entre ellos, Los Lobos, Los Tiguerones, los Chone Killers, los Loqui Choner, los Aka47 y los Pangora, que operan desde las cárceles en cinco provincias del país.
En el otro bando están Los Lagartos que estuvieron liderados por Francisco Giovanny Mantilla Ceballos o alias Gorras. Él falleció el año pasado por COVID. Pasó al mando de Los Lagartos tras el asesinato de alias Cubano, en la cárcel de Latacunga, en 2019.
Pero en el 23F, la masacre se alejó de la tradicional disputa entre Choneros y Lagartos. Ese día, los asesinatos fueron entre Choneros, según fuentes de Inteligencia. Esto se debió, dicen las fuentes, a la falta de liderazgo y la pugna de poderes que generó una división interna, después del asesinato de alias JL o Rasquiña. La principal disputa está entre el comando de los Choneros, es decir alias Fito y JR, contra Los Lobos y Los Tiguerones.
Los Lobos están al mando de alias Pipo, cuyo nombre es Wilmer C. B., y sus áreas de acción sobre todo están en Cuenca y Machala. La Policía relaciona a alias Pipo con Emilio S.F., aliado de Telmo Castro. JL o Rasquiña, al parecer, habría buscado ocupar un puesto de mando en la estructura de Castro. Pero Alias Pipo habría estado en esa negociación. El ministro de Gobierno, Patricio Pazmiño, en su comparecencia ante la Asamblea, dijo que los grupos que provocaron la masacre tienen contactos con organizaciones transnacionales.
Alias Pipo, además, no solo estaba al frente de Los Lobos, sino que también influyó en Los Tiguerones. Esta última es otra facción de los Choneros y están al mando de alias Negro Willy, cuyo bastión de poder está en los centros penitenciarios de Esmeraldas y Guayaquil. Los Tiguerones protagonizaron un motín en la cárcel de Esmeraldas, en diciembre pasado, que dejó cinco fallecidos.

El comandante de la Policía, Patricio Carillo, informó que desde 2014 se han registrado 75 amotinamientos. En ningún caso se han sancionado a los responsables. el 10% del total de policías del país se dedica a controlar las cárceles.
Un polvorín que se encendió un día antes del 23F
El lunes 22 de febrero, un agente penitenciario ingresó dos armas de fuego al pabellón de mediana seguridad de la cárcel regional de Guayas (hoy conocida como Centro de Privación de Libertad N.4). Según fuentes de la Policía, estas armas iban a ser entregadas a un interno para atentar contra las vidas de alias Fito y JR. Detrás de esta tentativa, dice un reporte de Inteligencia, estarían alias Pipo y Negro Willy, cabecillas de los subgrupos choneros Los Lobos y Los Tiguerones, respectivamente.
El convulsionado martes, 23F, empezó en la madrugada. A las 03:00, la policía hizo un operativo y se incautó las dos armas de fuego, más dos alimentadoras y 17 municiones. También detuvo a tres personas, entre ellas el agente penitenciario. Las armas no llegaron a sus destinatarios, que eran Jhon N., alias Cuyuyuy, y Wilson C., alias Brazudo.
Internos de las cárceles de Guayaquil, Turi y otras ciudades leyeron comunicados tras la masacre del 23F.
Pero estos dos internos, afirma Inteligencia, empezaron la violencia en esa cárcel. A las 07:00, ambos dirigieron un ataque contra presos, seguidores de alias Fito, que estaban en el pabellón de mínima seguridad. Dentro de este centro, fueron asesinados nueve miembros de los Choneros, 15 de Los Lobos y siete de Los Tiguerones.
Esa acción generó inmediatamente reacciones en la cárcel de Turi. A las 09:10, la organización de Los Lobos atacó a internos, seguidores de alias JR, que estaban recluidos en el pabellón TEDA (área de Tratamiento Especializado para Difícil Adaptación). La Policía detalló que dentro de esta cárcel hubo 34 asesinados, todos ellos Choneros; 18 fueron decapitados.
A las 10:20, empezaron los enfrentamientos en la cárcel de Latacunga. Los Choneros arremetieron contra ocho privados de la libertad, recluidos en el pabellón de máxima seguridad, miembros de Los Lobos. Siete horas más tarde, en la Penitenciaría (hoy conocida como CPL Guayas N.1), aparecieron seis presos muertos, pertenecientes a Los Lobos. Fueron colgados en distintos pabellones.
Un día después, el 24 de febrero, fue hallado muerto un interno más en la Penitenciaría, en el pabellón 5. Era miembro de Los Lobos.
Enseguida empezaron a circular en redes sociales videos grabados en distintas cárceles. Eran grandes grupos de presos que, cubiertos sus rostros, que leyeron comunicados sobre los hechos violentos. Hubo un intercambio de mensajes entre los centros y las bandas que allí se encuentran. Desde la Penitenciaría, un grupo pidió la destitución de un funcionario carcelario y cuestionó a alias Fito y JR por supuestamente querer dominar todas las agrupaciones. Los autores de ese comunicado se llamaron “Nueva Generación”, un supuesto nuevo cartel conformado por Los Lobos, Los Tiguerones y otros subgrupos de los Choneros, que coincide con el mensaje del panfleto.
Desde Turi, quienes salen en un video grabado esa cárcel se identificaron como Los Lobos, quienes dijeron que no peleaban por territorio y estaban a favor de la paz, “pero si lo provocan responderemos”. Desde otra cárcel de Guayaquil, salió un video de quienes dijeron ser Choneros. Según su versión, no tuvieron relación con los crímenes y culparon de estos a los líderes de Los Lobos y Tiguerones.
Durante esos dos días, hubo en total 80 muertos dentro de esas cuatro cárceles del país, las más grandes y violentas. De ellos, 34 eran seguidores de los cabecillas tradicionales de los Choneros y 37 pertenecían a Los Lobos y Los Tiguerones. La Policía no ha definido si los nueve fallecidos restantes eran parte de alguna banda.
Pero los disturbios dentro de las cárceles continúan. Este lunes, 1 de marzo, hubo un amotinamiento con cinco guías penitenciarios retenidos. El comandante de la Policía, el general Patricio Carillo, ha adelantado que apaciguar las cárceles no será fácil. “El problema carcelario tiene graves implicaciones y es diverso en sus manifestaciones, la crisis la resolveremos temporalmente con enormes esfuerzos y sacrificios”.
[RELA CIONA DAS]





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