Viteri no puede ni debe —porque nadie tiene derecho a hacerlo— ser juzgada por sus hábitos y su conducta individual, por sus lealtades, intereses, gustos o creencias en asuntos religiosos, deportivos, personales, domésticos, familiares, sentimentales o de imagen.

Lo ocurrido en el aeropuerto de Guayaquil nos muestra que los socialcristianos, con Cynthia Viteri a la cabeza, tienen una visión feudal del poder público. Para ella, Guayaquil es un condado y ella es su condesa; los recursos para el ejercicio del poder del Estado no son públicos, sino privados; los guayaquileños son sus súbditos, y los funcionarios del Municipio, sus soldados.