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Correísmo

Tag: Correísmo

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La antipolítica en el Ecuador: un filón que no se agota
En el Ecuador del poscorreísmo, la antipolítica de la autodenominada Revolución Ciudadana, que demolió el sistema de partidos, satanizó el debate y el diálogo político, vendió el tópico de que la "opinión publicada" carece de legitimidad, desvirtuó las ideologías hasta convertir en doctrina del Estado una suerte de ortodoxia católica mezclada con retórica de la izquierda tradicional, está lejos de haber sido desprestigiada.
Ni correístas ni morenistas: conversos
El correísmo adolecía del síndrome del converso. Muchos cuadros y simpatizantes de la derecha se embutieron el disfraz de la izquierda para medrar del poder. Cantaban Comandante Che Guevara a grito pelado, para intentar desvanecer su pasado reaccionario. Y practicaban a escondidas su verdadera fe: enriquecerse, apropiarse de los fondos públicos a raudales, abusar de su jerarquía.
Constituyente, muerte cruzada, calle o cambio…
El ambiente político se agita cada vez más por las secuelas del modelo ideológico y económico que conduce nuestros destinos. Las salidas que se discuten van encaminadas a tirar la mesa que dejaron servida y en la que seguimos comiendo.
Copro-cracia correísta
La corrupción del correato responde a un esquema perverso diseñado desde el inicio. Oscuros personajes, y pequeñas galladas angurrientas parapetados detrás de un discurso de izquierda, prepararon el terreno para el descomunal saqueo de fondos públicos operado durante la última década. Para ello solamente bastó un poco de olfato y algo de información.
La bonachonería de Moreno confunde
No hay que descartar que la debilidad física y política del Presidente sea aprovechada por acuciosos operadores políticos para actuar a sus espaldas. Moreno heredó un enredado aparato de intrigas, componendas y artimañas que tranquilamente puede derivar en un reparto informal e inmoral de cuotas burocráticas. Funcionarios acostumbrados a lisonjear y enjabonar al jefe pueden, a cambio, sacar tajada de los nombramientos. Es sabido que Moreno no tiene un conocimiento profundo de la burocracia estatal, y que actúa con cierta condescendencia.
El repliegue del populismo
Los efectos del correato en las organizaciones sociales y en la izquierda ecuatoriana son más devastadores que durante cualesquiera de las experiencias anteriores. Una retórica progresista hábilmente manejada desde la publicidad oficial, que incluso llegó a contar con reconocimientos y respaldos internacionales, permitió neutralizar y anular a los movimientos sociales que por décadas defendieron una agenda alternativa al capitalismo.
Están chiflados
El procesamiento de la derrota electoral por parte del correísmo obtuso evidencia una desconexión con la realidad que supera ampliamente los diez años de publicidad amplificada. Durante ese tiempo, la ficción del cambio pudo ser vendida porque, a fin de cuentas, se construyeron obras físicas y se derrochó dinero publico a raudales.
Suicidio del mito
Debe estar desesperado. Correa regresa para convertirse en el verdugo de su propia fábula porque ni siquiera ha sido capaz de reinventarse. El ex presidente cree que él mismo encarna su propio mito y que puede guardarlo en el bolsillo como si se tratara de unas pocas monedas.
El club de los traidores
El morenismo es la prolongación del correísmo. Por eso cumple el mismo libreto, pero con distintos cabecillas. En la década ganada, el régimen de Rafael Correa persiguió inmisericordemente a sus adversarios políticos, convertidos en enemigos mortales, y consiguió encerrar tras las rejas en unos casos, y amedrentar en otros, a centenares de líderes sociales y sindicales, a actores políticos y a periodistas. Hoy el morenismo hace exactamente lo mismo, pero con enemigo propio. ¿Por qué?
Gracias Rafael
Un presidente que deja el poder siempre será un actor relevante, especialmente si transmitió el mando en condiciones pacíficas. A Correa le acompañará una aureola de solemnidad aunque los reparos a su periodo de gobierno sean mayores. Quienes lo abandonaron se fueron para conservar sus posiciones de privilegio mientras que quienes se quedan lo hacen para evitar perder el control de la organización política que les permite participar en elecciones.

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