“¿Tiene basura, mi don?”, grita el hombre que, sentado en una estrecha grada de piedra, al pie de una de las tantas puertas del convento de El Carmen Bajo que dan a la calle, desayuna pan y chocolate frío que sorbe de una funda plástica. “Sí”, le responde el dueño del almacén de artículos musicales.
Terminar el juicio político que se sustancia en la Asamblea Nacional contra el presidente del Ecuador Guillermo Lasso no fue indispensable para censurarlo. Él ha sido muy eficaz atrayendo el descontento general antes de que acabe el proceso formal de fiscalización.
Es inminente la declaratoria como terroristas a los grupos de crimen organizado que operan en Ecuador. La decisión se cocina a fuego lento en el Ministerio de Defensa para coincidir con el desenlace del juicio político al Presidente Lasso. Aunque la censura y destitución parecen poco probables, la presencia de los militares en las calles ante un contexto de “muerte cruzada” o destitución del presidente podrían inclinar la balanza política.
Una revisión de la historia ecuatoriana desde la reestructuración jurídica del Estado, en 1979, evidencia momentos vergonzosos en las relaciones entre las funciones del Estado. En su momento, cada uno de estos episodios suscitó el escándalo y el repudio de la sociedad ecuatoriana. Y aunque cada abuso superó en indecencia al anterior, ninguno de ellos llegó al nivel deplorable del que apreciamos hoy, en las actuaciones de dos importantes poderes del Estado: la legislatura y el sistema judicial. Veamos.
El primer episodio:
Ángelo dio en estos días los últimos toques a nuestra nueva adquisición: una cocina de leña. En realidad es solo un fogón, pero mi idea era que sirviera también como un pequeño horno, que aprovechara los rescoldos para la elaboración del demorado pan de masa madre —sin necesidad de prender el gran horno—, otra de las novedades de la antigüedad que se esperan aplicar en esta casa.
La clase política ecuatoriana vive uno de sus momentos más representativos. Pocas veces en la historia de un país se tiene a un Presidente contra las cuerdas, con poca capacidad de respuesta.
Pero, asimismo, en pocas ocasiones esos opositores son tan crueles con sus votantes al no contar con un plan si es que llegan a sacarlo del poder.
Ese es el caso ecuatoriano. La oposición, liderada por el correísmo y los socialcristianos, empujan de la silla al Presidente Lasso. Pero poco se sabe del plan que activarán si lo consiguen.
El decreto presidencial que habilita la tenencia y porte de armas de fuego en el país ha sido muy criticado. Se argumenta que tener y portar armas no resuelve el problema de la violencia que actualmente nos azota y que, más bien, lo agudiza, y que, al facilitar el uso individual de armas de fuego, el Estado ha declarado su incapacidad para garantizar la seguridad ciudadana.
Estados Unidos destina más de 18 billones de dólares
(18´000000.000000) al año en asistencia internacional para seguridad. Solo en Afganistán invirtió cerca de 90 billones de dólares durante las dos décadas de ocupación y no lograron evitar que los Talibanes retornen al poder. Grandes inversiones con pobres resultados.
A partir de su constitución como república, y durante los siguientes doscientos años, la integridad territorial se convirtió en un emblema casi sagrado para el Ecuador. Algo parecido a un mantra que invocábamos cada vez que debíamos refrendar nuestra existencia y nuestra supervivencia como Estado.
Los errores formales en la presentación del documento que llegó a la Corte Constitucional con el pedido de juicio político contra el Presidente de la República, Guillermo Lasso, por supuesto peculado, no estuvieron sujetos exclusivamente a la “torpeza” de los asambleístas proponentes de la medida, quienes, a criterio de la opinión pública, no tendrían la más remota idea de las funciones y responsabilidades propias del puesto para el que fueron electos.