El único requisito que existe para que la Asamblea Nacional enjuicie políticamente al Presidente de la República es demostrar fáctica y fehacientemente que éste ha cometido un delito “por omisión” de cohecho, concusión, enriquecimiento ilícito o peculado.
La palabra democracia es una hermosa palabra con un sonido espectacularmente maravilloso. Palabra que habla de equidades y de fortalezas. Se la puede enunciar incluso en los momentos en los que la tiranía ejerce todo su poder y su maldad aniquiladora. De hecho, quienes no cesan de vejarla son justamente los tiranos: así pretenden engañar a sus súbditos.
Para tiranos y sometidos, la democracia constituye una de las más graves enfermedades de la que no es bueno que se contagien los pueblos.
La aprobación del informe que recomienda el juicio político al presidente Guillermo Lasso por 104 asambleístas revela que el gobierno no apeló a esa vieja práctica del hombre del maletín, del contrato colectivo con los congresos, del reparto de hospitales, de la entrega de cargos y otros muchos medios que históricamente se han utilizado para voltear las votaciones en contra de los gobiernos de turno.
Las cifras que entrega el Banco Central del Ecuador (BCE) respecto de la evolución de la balanza comercial total determinan que el país cerró el año 2022 con un superávit de USD. 2.324,6 millones, esto debido a que las exportaciones se situaron en USD. 32.658,3 millones en tanto las importaciones alcanzaron los USD. 30.333,7 millones.
San Agustín no aceptaba la existencia de un demonio luchando mano a mano contra Dios porque significaba que uno de los dos podía perder. La solución del filósofo cristiano fue: la carencia de bien, es el mal.
Un corrupto carece de amor humano, la forma en que obtiene riqueza exige oscuridad e irreflexión, pues sus acciones destruyen las instituciones que protegen a la comunidad, acaban con la economía y finalmente a la misma persona. Esta carencia de humanidad es fundamental para justificarse a sí mismo.
Se equivocan quienes piensan que el juicio político al presidente Lasso es un intento por sancionar la corrupción o los delitos en contra de la seguridad del Estado. Es como creer en la existencia de Santa Claus. A lo que en realidad asiste el país es a una conjunción de intereses que coinciden o que se contraponen, pero que terminarán resolviéndose en los conciliábulos de las negociaciones. Mejor dicho, en las madrigueras de los chanchullos.
Es una batalla cruenta la que libra el gobierno de Lasso contra la desestabilización. Pero en esta ya larga escaramuza, que no ha cesado desde junio del 2022, el presidente no tiene quien lo defienda. Y no hablo de quienes se han lanzado con argumentos, desde distintos sectores, a cuestionar lo actuado por la comisión especial filocorreísta de la Asamblea, que supuestamente investigó el caso Encuentro, Gran Padrino o Gran Cuñado y que ha planteado ya el juicio político. Hablo de su gabinete.
La mujer de occidente es la mitad de todo: la mitad de la población terrestre y de un país. Es la media naranja que coadyuva a la construcción y mantenimiento del hogar. Pero hay continentes, naciones de África, Asia donde la mujer sería la décima o milésima parte, usada solo para reproducir, cocinar, asear. Entonces decimos: “Bendito el día en el que no nacimos allá”.
Durante el gobierno de Rafael Correa, que controló todos los poderes del Estado, se criminalizó con éxito la protesta social. Ahora, que tenemos un gobierno débil pero democrático se ha producido el fenómeno inverso: se han criminalizado, con igual éxito, las acciones del Estado para controlar la violencia y garantizar la seguridad ciudadana; con el agravante de que los nuevos criminalizadores son las mismas personas que generan la violencia social en el país.
Precería que la Conaie se sienta a dialogar con la condición de tener en la mano el revólver y la espada. Para ellos el diálogo tan solo consistiría en escuchar la voz del otro que, por su parte, debe escucharlos y asentir en todo lo que dicen, piden y exigen. No se trataría de un diálogo de sordos, sino un monólogo construido desde una gran prepotencia previamente estatuida. Por ende, con ellos no habría medias tintas. Es decir, en ellos, la capacidad de dialogar, de negociar ha sido previamente sustituida por sus inmovibles propuestas.