Un madrugada hace pocas semanas, un fuerte ruido que algunos llamaron "explosión" se oyó en Manabí, en las inmediaciones del cerro Montecristi, donde la Fuerza Aérea instaló uno de los cuatro radares primarios tipo Indra Lanza LTR, comprados durante los dos últimos años del correato, de los que dispone para la defensa aérea. Este radar, con alcance de más de 400 kilómetros a la redonda, puede detectar todo lo que vuela, pero parece que es más útil detectando conspiraciones.
El radar fue colocado en la cúspide del cerro, a cuyos pies nació Eloy Alfaro en 1842, luego de que el presidente Lasso denunciara que, de manera intencional, los gobiernos de Correa y Moreno habían abandonado la defensa aérea, especialmente en Manabí y Santa Elena, como parte de un supuesto entendimiento con el narcotráfico, sobre todo mexicano, que hace envíos de armas y dinero y transporta droga en avionetas.
Esa es la primera conspiración que detectó el radar: que las Fuerzas Armadas se hacían de la vista gorda en las dos provincias por orden de los correísmos.
Pero no fue la única, había otra que aparecería en pantalla: el supuesto atentado para dañar el aparato, que se conecta con las bases de la FAE y el control aéreo de Guayaquil por medio de una antena satelital. Aunque nadie vio evidencia alguna de explosivos, dinamita, cohetes o cualquier otro elemento que pudiera hacer pensar en un "atentado terrorista", las dos palabras fueron usadas por voceros del régimen, como si de Osama Bin Laden se tratara.
El propio ministro de Defensa, Luis Hernández, visitó el aparato, y fue evidente que no hubo explosión alguna: ni cráter, ni metralla, ni destrozos típicos de una bomba. Ante el evento, el Gobierno dijo que no se descartaba que los ocho soldados y operadores del radar que estaban esa madrugada en la instalación tuvieran algo que ver y se pidió la investigación de la Fiscalía.
Aunque Hernández aclaró que él nunca dijo que el radar había sufrido un ataque con explosivos, poco o nada hizo el régimen por desmentir el supuesto atentado, que los conspiracionistas en redes sociales y ciertos medios ya atribuían al narco mexicano.
La semana anterior, Hernández aclaró que lo que parece que ocurrió es que los técnicos que montaron el radar cometieron algún error al armar el engranaje que hace girar la antena, lo que provocó que se dañe y fue el origen del fuerte ruido.
Pero la pantalla del radar muestra otra conspiración aproximándose: el presidente Lasso anunció el 15 de noviembre que no fue error, sino sabotaje, y dejó clara su postura de que el daño en el radar fue provocado deliberadamente.
[RELA CIONA DAS]
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