
Rosita regresa casa sin sus medicinas. El enfriador es para mantener las inyecciones de medicina biológica, que, por ahora, permanece vacío. Foto: Álvaro Espinosa
Lea la PRIMERA PARTE y la SEGUNDA PARTE de este reportaje.
Otro sector afectado por la situación del Seguro Social es el de los jubilados. Henry Llanes, jubilado y vicepresidente de la Asociación de Jubilados, Afiliados y Pensionistas de Pichincha cree que la difícil condición del IESS precisa reformas de carácter integral en tres ejes principales: administración pública, finanzas y fondos de salud. El proyecto de ley de los jubilados será presentado a inicios del próximo año, luego de haber realizado un análisis en conjunto con varios sectores de afiliados y de jubilados, además de organizaciones sociales. La denominada Ley Orgánica del Seguro Social Obligatorio quiere “brindarle autonomía a esta institución que es financiada con los aportes de los trabajadores. Hoy en día son más o menos tres millones entre el sector público y el sector privado y son unos 550.000 jubilados aproximadamente, así que es un segmento de población de la sociedad ecuatoriana muy amplio”, puntualizó Llanes.
Henry Llanes, extrabajador petrolero, ahora es vicepresidente de la asociación de jubilados y pensionistas de la provincia de Pichincha.
La principal prospección a la que apunta el proyecto es la reestructuración del gobierno del IESS. Actualmente el directorio del Seguro Social mantiene una división tripartita entre las representaciones del ejecutivo, los empleadores y los afiliados. Sin embargo, Llanes considera que tres miembros en una sola delegación son incapaces de cubrir todas las demandas y necesidades de una población de alrededor de tres millones. “Nosotros estamos proponiendo un Consejo Directivo de cinco miembros; con dos representantes adicionales de los afiliados activos, con sus respectivos subalternos elegidos por todos los afiliados activos del Seguro Social. Un representante de los jubilados, el principal y el alterno, elegidos por todos los jubilados y un representante de los empleadores y su alterno elegidos por ese segmento, todos cada cuatro años. Y el gobierno debe designar al representante del ejecutivo, (que debe ser) el ministro de Trabajo porque él maneja la política laboral, así debería ser", dijo el vicepresidente de la asociación.
Un segundo punto estriba sobre un control más riguroso al uso que se da a los aportes de cada afiliado. Para ello, a cada aportante se le debe entregar un registro mensual de cada pago realizado. Esto, para Llanes, es especialmente importante porque permite dar seguimiento a la distribución de los aportes de cada afiliado de acuerdo a la ley. “Todo afiliado debe tener una dirección de Internet y el Seguro Social tiene que informarle mensualmente. Y anualmente tiene que estarle informando a ese afiliado, tanto activo como pasivo, sobre el informe financiero, sobre los estados financieros del Seguro Social. Ese nivel de control no existe, ahora es lo que queremos hacer”.
a cada aportante se le debe entregar un registro mensual de cada pago realizado. Esto, para Llanes, es especialmente importante, porque permite dar seguimiento a la distribución de los aportes de cada afiliado de acuerdo a la ley.
Además, esta suerte de periódica rendición de cuentas también debe ser entregada a las veedurías de afiliados. Por lo tanto, la información debe ser compartida, en igual medida, para los afiliados y para sus dirigencias. “Eso tiene que ser así, una cosa muy intensa, entonces ahí no le van a robar la plata, porque el que quiera robar se va preso, lo destituyen y se va preso”, declaró.
Finalmente, se plantean algunas disposiciones sobre las obligaciones del Estado en lo que concierne a la asignación de los rubros correspondientes al IESS y que son consignados en el Presupuesto General del Estado. Para este tercer filtro de verificación, la Contraloría General del Estado, mensualmente y al término de cada año, deberá desarrollar las acciones pertinentes que examinen el cumplimiento de las obligaciones económicas.
Asimismo, “vamos a incluir una disposición para que la Superintendencia de Bancos haga el seguimiento, dólar a dólar, de la aportación del trabajador. Entonces con cuatro o cinco niveles de control no nos van a robar la plata, no van a malgastar la plata, no van a despilfarrar el dinero y lo van a manejar de manera correcta, en función de las prestaciones que requiere el afiliado tanto activo como pasivo”, dijo el representante de los jubilados.
Luego de exponer todas las medidas de carácter preventivo, Llanes mencionó que la deuda histórica del Estado con el IESS no corresponde a los USD 8.037 millones, como el presidente del directorio, Francisco Cepeda, afirmó en una entrevista con El Universo.
“Existe una deuda de USD 8.037 millones, de los cuales USD 4.368 millones son del seguro de salud; USD 2.854 millones corresponden al 40 % de pensiones, USD 760 millones más provienen de lo adeudado al Seguro Social Campesino y USD 55 millones por Seguro de Riesgos del Trabajo”, había dicho Cepeda.
En contraposición a esto, el vicepresidente de la asociación, citando al economista Fernando Mosquera, alegó que el Estado le debe, por déficit actuarial acumulado, desde 1985 a la fecha, un total de más de USD 5 mil millones; por deudas de salud acumuladas desde ese mismo lustro hasta la actualidad USD 5 mil millones adicionales. De ahí, existirían otros USD 10 mil millones de deuda por el 40% no pagado, por la no devolución del IVA de los bienes y servicios que el IESS ha comprado y también las obligaciones patronales del sector público que están impagas, así como deudas de instituciones públicas que no han pagado sus obligaciones como empleadores y transferencias incompletas del Seguro Social Campesino. “Entonces este rubro, según el economista Mosquera que trabajó en la Comisión de Inversiones del Seguro Social hasta el 2007, son deudas de USD 10 mil millones, de manera que sumando todo son USD 20 mil millones, no es cinco mil u ocho mil, como dice el gobierno”, dijo Llanes.
usd 20.000 millones Es la cuenta aproximada que las asociaciones de jubilados hacen de la deuda histórica que tienen el estado y los empresarios a los fondos del iess.
“En el campo médico los jubilados y afiliados han sido muy maltratados. Sucede que no les dan una buena atención médica. Hoy han llegado al extremo de decir que no existen medicamentos, (incluso), acaba de decir el actual presidente del directorio, que existen cero dólares en el fondo de salud, cero, una cosa muy grave. El afiliado aporta veinte, treinta o cuarenta años y le dicen cero, entonces el afiliado pregunta, con toda razón, ¿qué han hecho con mi plata señores del gobierno, señores del Seguro Social? Si 30 años he aportado, es la pregunta y ellos van a tener que responder a esa pregunta”, cuestionó el dirigente.
Un Seguro Social entrenado para la indolencia
La pandemia no es el origen, es la culminación de la que todos señalan como la gran causante de los actuales desastres. Antes de que las mascarillas, los frascos de alcohol y los protectores faciales fueran el atavío de cada transeúnte, una organización delicuencial escamoteaba con desfachatez cada centavo del sistema de salud del IESS y, por tanto, del derecho de los afiliados.
Nadie sospechó que los tiempos de escasez e inatención serían los primeros síntomas de una enfermedad a la cual no se le encuentra una vacuna. Rosa siempre tuvo dificultades para conseguir citas médicas; la displicencia y descortesía, por teléfono o detrás de una ventanilla, eran el cariz en todas sus visitas. Pero ella decidió ir, de todas maneras —a pesar de que ya intuía la respuesta— el pasado lunes 8 de noviembre al hospital Carlos Andrade Marín, junto a su esposo Oswaldo. Tenía una orden de farmacia, desde hace casi tres meses, para retirar sus inyecciones. Así que aprovechó el sol de la tarde para ir con su esposo a reclamar su tratamiento.
Tomaron un taxi hasta el hospital, se apearon del auto en el ingreso de consulta externa, pasaron el filtro de las garitas de los guardias, avanzaron por el parqueadero y se aprestaron a entrar en la farmacia. Justo en medio de la puerta otro vigilante, de mediana estatura, gesto poco amigable y actitud agreste, intentó prohibir el ingreso de don Oswaldo a la farmacia. Él llevaba en sus manos la hielera de su esposa.
—¿Por qué no me quiere dejar entrar señor? ¿No se da cuenta que mi mujer viene a ver su medicación y yo le estoy cargando sus cosas? —increpó Oswaldo.
—Tenga la bondad de salir. Solo la señora puede ingresar —le espetó el guardia mientras con sus manos señalaba la salida y sus ojos no lo veían.
Don Oswaldo aprovechó la confusión en la puerta y simplemente ingresó, generando una sucesión de reclamos que alertaron a 15 o 20 pacientes que uno a uno eran despachados sin nada más que la desesperación entre sus manos. El guardia decidió recular y conservar su posición en la entrada, no era conveniente desafiar a una muchedumbre de afiliados echados a su suerte.
Rosa toma un diariamente en cóctel de medicamentos contra los efectos de la artritis reumatoidea y la artrosis. La medicina biológica, que ha dejado de entregarle el IESS, reemplaza muchos de esos medicamentos, que por lo avanzado de la enfermedad dejan de tener efecto.
"He tratado de sobrellevar esta enfermedad y de ganarle la batalla, aunque sé que es una enfermedad degenerativa, que no tiene cura, no me voy a imposibilitar. Para nada, yo soy una persona luchadora...": Rosa.
La farmacia del Hospital Carlos Andrade, en Quito.
Rosa se colocó detrás de un jubilado, el hombre no tardó en ser menospreciado e inmediatamente se precipitó hacia la única ventanilla abierta. Transcurrieron dos minutos en los que la conversación apenas y se entendía. El enorme cristal que separa la desesperación y el vacío fue testigo de la misma perorata aprendida. “No nos ha llegado todavía y no nos han dicho nada”, recordó Rosita con rabia.
El dinero no permitía otro viaje en taxi, así que Rosita y su esposo caminaron hasta la parada más cercana. A una calle de distancia arribó el bus. Aguardaron unos segundos a que el semáforo les cediera el paso, cruzaron la calle, se subieron y tomaron asiento. El escarpado trayecto hizo que los nudos de sus dedos temblaran junto con sus hielos.
Al llegar a casa una congoja familiar invadió su garganta. Quizá era un llanto de esos que vienen y se marchan sin que ella diga nada. Luego de asfixiar su dolor se puso algo más cómodo y decidió permitirse un descanso. A un costado de su cama tres fotografías la observan; Luky, su compañero peludo, que falleció por un cáncer hace más de un año, la de su madre que se transformó en ese recuerdo que la cuida desde hace siete años, y ella misma, cuando era niña y el color en las fotos no existía.
El sol la citó a ella y a sus plantas, así que cualquier rescoldo de congoja se perdió entre las hojas y los pétalos. Con ímpetu renovado vio un estado de WhatsApp de su nieta, que el mandaba un Pato Donald dándole ánimo.
“Tengo una nieta que es mi vida y entonces yo me dedico a mi nieta también, por lo menos una vez a la semana. He tratado de sobrellevar esta enfermedad y de ganarle la batalla, aunque sé que es una enfermedad degenerativa, que no tiene cura, pero eso no quiere decir que por eso pues yo me voy a imposibilitar. Para nada, yo soy una persona luchadora y en ningún momento me he dejado vencer, ni cuando comenzó esta enfermedad, que era tan grave que casi me deja imposibilitada. Mi fortaleza es la que me hace salir adelante cada día. Lucho por mis hijos, por mi familia y tengo la felicidad de tener a mi nieta, que eso para mí es lo más maravilloso que Dios me regaló”, dijo.
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