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19 de Junio del 2020
Historias
Lectura: 14 minutos
19 de Junio del 2020
Susana Morán
Imágenes exclusivas revelan el colapso del relleno de El Inga
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Quito entierra casi el 100% de la basura que produce. En junio de 2020, PlanV captó con un drone un relleno sanitario con problemas en el manejo de la gran cantidad de basura que llega y con los lixiviados que produce. Fotos: PlanV

 

El relleno sanitario de El Inga está llegando al final de su vida útil después de 17 años de operación. Un informe de la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (EMGIRS), publicado el pasado 1 de junio, estima que el cierre operativo del último cubeto (hueco) disponible será en agosto próximo. Plan V revela imágenes exclusivas de la situación de esa obra. Expertos y académicos alertan del colapso de este espacio que ya no aguanta las 2.200 toneladas diarias que allí se entierran.



Lea aquí la segunda parte de este reportaje

El relleno de El Inga está ubicado a 45 km de Quito, en el sector de El Inga Bajo, entre Pifo y Sangolquí. Comprende 64 hectáreas en las cuales se han construido 10 cubetos, es decir huecos de grandes dimensiones para el enterramiento de la basura. En la actualidad, el último cubeto es el 9 fase B, cercano a la vía E35, a 50 metros de la vivienda más cercana.

El pasado 5 de junio, desde la vía se observó una bandada de gallinazos que merodeaban sobre la basura del cubeto 9B. Eran toneladas de desechos que aún no habían sido cubiertos con tierra, un procedimiento técnico que evita los malos olores. Cuatro maquinarias hacían su trabajo de acomodo y compactación de la basura. Según expertos consultados por Plan V, llega tanta basura que las máquinas no se dan abasto y por eso queda al descubierto por días y hasta semanas inmensas cantidades de desperdicios. Quito entierra casi el 100% de la basura que produce. Esto fue captado por el drone de Plan V que recorrió todo el relleno, aunque la nueva administración del relleno ha negado que la basura pase tanto tiempo sin cobertura. 


Este es el cubeto 9B, el último disponible para el enterramiento de las 2.200 toneladas de basura que arroja la ciudad en promedio al día. Según expertos, las maquinarias no alcanzan a cubrir con tierra la gran de basura y esta queda a la interperie por un varios días y eso aumenta el olor y atrae a rodeodores y gallinazos. 

En el relleno diariamente se depositan 2.200 toneladas de basura. Eso significa 63 tractocamiones. Pero en la pandemia la cifra aumentó a 2.800, según la Empresa Pública Metropolitana de Aseo (Emaseo). Habitantes de las comunidades aledañas lo confirman. Así como se incrementó la basura lo hicieron también los malos olores que soportan estas comunidades más cercanas, como El Inga Bajo, desde hace 17 años.

El cubeto 9B está llegando a su límite, aunque apenas fue inaugurado en enero de 2019. En ese entonces, la Secretaría de Ambiente del Municipio anunció que la vida útil del relleno se prolongaba seis años más. El 20 de febrero de este año, la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (EMGIRS) respondió a la pregunta de Plan V sobre cuánto tiempo le queda al relleno. “Con la capacidad de recepción actual y las zonas de aprovechamiento se estima una vida útil de 4 años”.  Pero ambas proyecciones se han quedado en palabras.

Si esto pasa, ¿dónde se depositará la basura de la ciudad? En 2017 se hizo una consultoría para encontrar más espacios en el mismo relleno. Según sus resultados, esos corresponden a vías, intersecciones entre cubetos y sitios de almacenamiento de pasivo ambiental.  Estos últimos se refieren a las piscinas donde se depositan los lixiviados, que son los líquidos contaminantes que se desprenden de la descomposición de la basura orgánica e inorgánica.


La superficie del relleno del Inga comprende 64 hectáreas, en las cuales se han realizado hasta el momento 10 cubetos. Al 31 de marzo pasado, el último cubeto -el 9B- estaba lleno en un 74%.  

Pero académicos han advertido que usar los espacios entre cubetos (intercubetos), zonas de amortiguamiento o vaciar las piscinas sería un grave riesgo. Hasta el momento han sido usados los espacios entre los cubetos 9B y los cubetos 7 y 8. Pero se proyecta usar otros espacios entre los cubetos 4 y 6, que incluye levantar el adoquinado en esa área, la piscina 9 y un domo sobre los cubetos 6,8 y 9B.

María Fernanda Soliz, docente de la Universidad Andina Simón Bolívar, alerta que usar esas zonas podría ocasionar situaciones como lo ocurrido en el relleno sanitario de Alpacoma de la Paz cuando una de sus celdas colapsó, provocó un deslave y contaminó una cuenca hídrica. O como el desastre de la Josefina, en Azuay, cuando se deslizó tierra y material pétreo y taponó ríos. “Pero en este caso sería con una montaña de basura”, sostiene la investigadora que ha publicado varios libros sobre el problema de la basura en Ecuador.

En su opinión, ha existido negligencia de las últimas administraciones que han insistido en ampliar bordes para el enterramiento de basura en zonas de amortiguamiento e intercubetos, sin reconocer que el relleno terminó su vida útil. “Lleva una herencia de una serie de pasivos ambientales, de una cadena de administraciones fallidas”, afirma Soliz.

El 1 de junio se publicó la licitación para la construcción del cubeto 10. Según los documentos para la contratación de la empresa que hará la obra, el espacio elegido fue la zona que comprende las piscinas de lixiviados 11, 12, 13, 14 y 15, en el sector noreste del relleno. Los trabajos consisten en evacuar los lixiviados de las piscinas, el secado de lodos, el levantamiento de nuevas piscinas y vías, la excavación y construcción del nuevo cubeto, la impermeabilización y construcción del sistema de drenaje. Se proyecta, sin embargo, que el cubeto 10 tendrá una vida útil de solo ocho meses.


En las piscinas de lixiviados 11, 12, 13, 14 y 15 se hará el cubeto 10 para el terramiento de la basura. 

Pero el tiempo no alcanza. En agosto terminará la vida útil del cubeto 9B. La licitación recién se abrió el 1 de junio. Ese proceso tomará, por lo menos 40 días, según el concejal Eduardo del Pozo, hasta que se inicie la construcción del cubeto 10. Después de contratar la empresa, la obra deberá ejecutarse en tres meses.  Es decir, 130 días en el mejor de los casos. Pero la ciudad solo tiene 90 días más para seguir usando el cubeto 9B. 

¿Qué pasará? El 27 de mayo, Plan V solicitó un visita al relleno y una entrevista con Hernán Alvarado, pero a los pocos días salió de la gerencia de la EMGIRS. Luego el pedido fue dirigido a su sucesor, Xavier Sinche, quien informa que aún existen sitios de aprovechamiento. Específicamente se usarán los espacios que hay entre los cubetos 6 y 9B. Con eso ganarán 40 días hasta que el cubeto 10 esté listo, sengún Sinche.  También propondrán a la empresa ganadora de licitación que trabaje en jornadas 24/7 para acortar los tiempos de construcción.

Si se usa los otros espacios entre los cubetos el tiempo adicional para el relleno alcanzaría los 3,5 años, de acuerdo a los estudios. El próximo año la ciudad empezará a buscar un nuevo lugar para un relleno, afirma Sinche. Esto mientras aumenta la basura en Quito.


Imagen del 5 de junio de un camión haciendo la descarga de basura en el relleno sanitario. 

El tiempo no alcanza. En agosto terminará la vida útil del cubeto 9B, es decir menos de 90 días. Pero la licitación y la construcción del nuevo cubeto, el N. 10, tomará 130 días en el mejor de los casos.

El riesgo de los lixiviados

El relleno de El Inga no solo se queda sin espacio. El otro problema grave es la gran cantidad de lixiviados acumulados. Hay en total 10 piscinas con estos líquidos y la mayoría de estas estaban llenas según las imágenes que captó Plan V el 5 de junio. Los expertos indican que esos líquidos son los principales riesgos de un relleno.

Esa situación fue alertada también el 19 de mayo pasado, cuando funcionarios de la Secretaría de Ambiente hicieron una inspección. Encontraron “niveles altos de almacenamiento de lixiviado en la piscina 9, cercanos al borde”. Pero su reporte no menciona el resto de piscinas. También informaron que el día de su visita técnica las dos plantas de tratamiento de lixiviados se encontraban fuera de operación. Una de ellas es la VSEP, que está parada por la falta repuestos y de mantenimiento.

La otra es la PTL que no tiene una empresa que la opere. En diciembre de 2019 se acabó el contrato con la compañía que operaba esa planta encargada del tratamiento de los lixiviados. Se inició un nuevo proceso de licitación, pero se declaró desierto. Desde diciembre hasta el momento no se han procesado lixiviados, aunque entre marzo y abril una empresa operó por unos días la maquinaria. Aún la EMGIRS busca un proveedor que haga este trabajo y la figura legal que permita una contratación emergente.


Al lado izquierdo, se observa la piscina 9 llena de lixiviados.  A la derecha, están las piscinas para lechos de filtración y fitodepuracion, un sistema de pretratamiento de los lixiviados. Al fondo, están las piscinas de lixiviados. 


El relleno está ubicado a 45 km de Quito, en el sector de El Inga Bajo, entre Pifo y Sangolquí, cerca a la vía E35.

Las piscinas de lixiviados no hacen nada. José Solano Peláez, ingeniero químico y docente de la Universidad Católica de Cuenca, explica que su función únicamente es mantener ese líquido empozado, que después será arrojado al río más cercano en el mejor de los casos con algún tipo de tratamiento. “Algunos municipios ponen filtros y microorganismos eficientes y con eso creen que se pueda descontaminar”, manifiesta.

En su experiencia ha visto que la mayoría de rellenos está cerca de los ríos. En el caso de Quito, El Inga es el río próximo al relleno. La norma ambiental dice que debe estar a más de 200 metros de una quebrada o red hídrica. “Yo creería que 200 metros es poco. Los lixiviados se filtran y en un par de horas están en el río”, asegura. En otras palabras, la basura de las ciudades está contaminado los afluentes, que aguas más abajo sirven para sistemas de riego para la agricultura y ganadería.  “La ubicación de los rellenos sanitarios, tristemente, ha sido en el Ecuador donde se pueda. No donde debería ser”.

¿Qué harán con estos líquidos en El Inga? Por ahora la EMGIRS aumentará el borde de las piscinas para evitar un derrame y aumentar la capacidad de almacenamiento.


En esta imagen del 5 de junio se observa que solo la segunda piscina (de izq. a der.) no tiene lixiviados. 

A Carlos Matovelle, especialista en tratamiento de aguas y lixiviados, le preocupa los lixiviados que están en el suelo del relleno. “En un relleno sanitario que esté funcionando bien no debería pasar. Esto puede deberse a un mal diseño u operación”. Coincide en que el relleno ha cumplido su vida útil y que los drenes han colapsado. Explica que el compactar la basura hace que el agua salga al suelo. Solano añade que si eso estuviera pasando en un relleno de la Costa eso se convertiría en un foco de dengue.

A esto se añade que al relleno llega materiales peligrosos por la falta de clasificación de la basura y eso generan lixiviados muy contaminantes. “En mi experiencia en todos los rellenos se encuentran materiales tóxicos que pueden provocar problemas graves si llegan al cauce sin ser depurados adecuadamente”.


Los lixiviados brotan en el cubeto 9B. Según expertos, esto se debería a fallas en el manejo del relleno. 

Para Soliz, la acumulación de lixiviados en El Inga ha sido un problema histórico. “Hay muchas denuncias de comunidades afectadas que alertan sobre vaciamiento entre gallos y medianoche. De pronto aparecen piscinas vacías, que estaban llenas y ahora quieren ser usadas para seguir enterrando basura”. Cuenta que la academia no ha tenido acceso a una visita técnica al relleno y sus reportes nacen de las denuncias de las comunidades afectadas, que lo hacen con temor a procesos penales.

Pero Sinche niega el vaciamiento de lixiviados al río. “El relleno sanitario no es la única industria que está en el sector”. Manifiesta que han hecho monitoreos y exámenes aguas arriba y abajo, y en el punto de descargue al río. “Estamos totalmente dentro de norma”, asegura.

Si la capital entierra casi el 100% de la basura que produce, su manejo será insostenible y ello produce que la vida útil de un relleno termine antes de lo previsto, de además del impacto ambiental que dejará tras su cierre. El Inga es considerado como una de los mejores rellenos del país. Pero si en la capital del Ecuador su relleno llega al punto de máxima alarma, ¿qué sucede en el resto del país?

Lea el miércoles la segunda parte: Ecuador un país que no recicla

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Imágenes exclusivas revelan el colapso del relleno de El Inga
 


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