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12 de Marzo del 2024
Historias
Lectura: 29 minutos
12 de Marzo del 2024
Napoleón Saltos

Catedrático universitario y dirigente político

Narcotráfico: diez tesis y una propuesta (Parte 1)
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Sucumbíos.- Personal militar localizó y destruyó un laboratorio de procesamiento de SCSF (droga) con capacidad de producir 300 kg. al mes, en la parroquia de Santa Elena de #Putumayo, en el lugar se decomisó: 3000 gls. de combustible, 500 gls. de acetona y 6 bombas de succión. Foto: Fuerzas Armadas Ecuador

 

¿Cómo podemos entender la violencia extrema que ha estallado en Ecuador? ¿Cuáles son las relaciones entre la violencia, el narcotráfico y el capital criminal? ¿Se trata de estallidos temporales, diferenciados del funcionamiento del Estado y el mercado, o son el resultado estructural del funcionamiento sistémico del capital y del Estado?



I. Las preguntas

La pregunta inmediata se centra en el estallido en el período 2018-2024, lo que conduce a la guerra contra el narcotráfico. Una mirada instrumental de corto plazo.

Las explicaciones de la opinión pública separan las violencias de su contexto y raíz, trazando una línea de tranquilidad y salvaguardia entre el tumor maligno, y el cuerpo social sano, una frontera entre el bien y el mal, entre los buenos y los malos. Esta visión es amplificada por el poder dominante interesado en ocultar las raíces, los vínculos de los capitales y el narcotráfico con el Estado, los funcionamientos del mercado y la economía: ellos, los malos, los carteles y las mafias son el enemigo, la encarnación del maligno: el tiempo de la guerra contra el mal.

La versión oficial es que los carteles funcionan como el mal que amenaza desde afuera a la sociedad, a la marcha normal del capital y la democracia. Oswaldo Zavala señala que “los carteles no existen” (Zavala, 2018) al margen del poder y del Estado.

Para la gente la preocupación inmediata es cómo librarse de los sicariatos, los asesinatos, los secuestros, las vacunas, los asaltos, y restablecer un ambiente de seguridad. Por ello, hay una aceptación de las acciones del gobierno, de la presencia de las Fuerzas Armadas en la calle, y la exigencia de mano dura. Precisamente allí está el problema.

Las alarmas se encienden por el estallido del número de muertos a partir de 2018:

En el Decreto 111, el gobierno cita como indicador el incremento de la utilización de armas de fuego, municiones, explosivos y accesorios, incluso de uso militar exclusivo, en los homicidios intencionales, pasa del 55% en 2019 a 83% en 2022 y 88% en 2023.

Las investigaciones sobre el narcotráfico y el capital criminal en América Latina, coinciden en que este problema se desarrolla en una zona gris (Trejo & Ley, 2020), en la que se entrecruzan las bandas y mafias criminales, las instituciones del Estado, los grupos de poder económico y político, nacionales y trasnacionales, y habría que añadir, la cultura y las formaciones sicológicas.  No se trata de un problema local, sino que se mueve en un marco de conflictos regionales y mundiales, con incidencia de los alineamientos geopolíticos, por lo cual cada uno de estos círculos requiere una mirada y un tratamiento de políticas globales y locales.

La pregunta, por tanto, no es ¿cómo eliminar las bandas, en particular a los integrantes que se pueden ubicar en las barriadas?, porque las respuestas irían en el sentido de la limpieza social racializada y de estigmatizaciones de las poblaciones en condición de vulnerabilidad cooptadas por las organizaciones criminales. Sino, ¿cómo empezar a desmontar las raíces del narcotráfico, la violencia y el capital criminal? Pero, la pregunta previa es ¿Cuáles son esas raíces estructurales? Y también, ¿es posible otra estrategia? ¿Hay experiencias exitosas alternativas para enfrentar el narcotráfico, la violencia, el capital criminal?

Se trata de ver un tiempo largo y un proceso complejo. ¿Cómo podemos entender la violencia extrema que ha estallado en Ecuador? ¿Cuáles son las relaciones entre la violencia, el narcotráfico y el capital criminal? Otra vez una pregunta similar a la que se planteaba la Escuela de Frankfurt sobre el fascismo. ¿Se trata de estallidos temporales, diferenciados del funcionamiento del Estado y el mercado, o son el resultado estructural del funcionamiento sistémico del capital y del Estado?

II. Ruta de la investigación-acción-participativa

Sobre la base de diversos estudios críticos podemos trazar una visión más integral, en torno a una cruz cuadrada; en la zona gris se dibujan diversas trayectorias de vínculos entre los cuatro lados del cuadrado: bandas, Estado, mercado y cultura; una “causalidad convergente”, en la que se cruzan diversos procesos. Se puede trazar relaciones de parejas complementarias, en cruz: bandas-cultura, Estado-mercado. Cada lado requiere una investigación específica, para reconstruir una totalidad compleja, las múltiples determinaciones.

El carácter fractal de la geometría andina puede permitir analizar el problema a diversas escalas, local, provincial, nacional, regional, mundial, en modo de poder contemplar en una especie de GPS los puntos de agravamiento de la violencia y las actuaciones de los diversos componentes en el tiempo, para proponer remedios y estrategias adecuadas.

Una consideración-hipótesis de partida es reconocer que la violencia, el narcotráfico y el capital criminal son cuestiones estructurales, con dinámicas específicas de cada componente.

El capital criminal es la forma principal de reproducción ampliada del capital mundial en la fase actual de decadencia. Una fijación-estancamiento de la reproducción ampliada en los tiempos de la acumulación originaria y diversas formas de acumulación por expropiación violenta. El capital requiere una reserva inagotable para las transiciones de los momentos de crisis, la destrucción de capitales desechables, basura, que encuentran en las rutas del capital ilegal, los paraísos fiscales, las guerras de limpieza interna, la explotación de los cuerpos, la posibilidad de una fuga adelante, como sucedió en la crisis del 2008.

Aunque no se trata tampoco de una actuación libre, sino que en cada punto-espacio, podemos reconocer también las capacidades y experiencias de resistencia,  contrapoder y construcción de alternativas. ¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón.

Investigar implica conocer un objeto mediante teorías para relatar una historia fundamentada, construir un modelo explicativo. No hay conocimiento neutral, la relación entre saber y poder exige mostrar las rutas y los marcos teóricos desde los cuales se estudia el objeto.

¿cuáles son los factores, circuitos, estrategias de seducción, cooptación, incorporación de las mafias a las dinámicas de participación en la violencia del capital criminal? Y también, ¿cuáles son las formas, caminos, de resistencia-supervivencia ante esta situación?

Investigar el narcotráfico, la violencia y el capital criminal en el Ecuador implica un estudio de la formación económico-social en este tiempo presente. Requerimos seguir dos líneas: ubicar al Ecuador en el mapa geoeconómico-político mundial, ver qué papel cumple en la reproducción ampliada del capital criminal y el tráfico de drogas; y estudiar el funcionamiento interno del Ecuador, cómo funciona la violencia, el narcotráfico dentro del país.

Dos líneas de reflexión-investigación-acción participativa. Una primera, un trabajo epistemológico de construcción de teorías, metodologías de conocimiento que aborden la complejidad del problema y puedan fundamentar estrategias alternativas, desde la vida y la comunidad. Y una segunda, de comunicación-investigación con los sectores sociales afectados doblemente, especialmente los jóvenes, para averiguar, ¿cuáles son los factores, circuitos, estrategias de seducción, cooptación, incorporación de las mafias a las dinámicas de participación en la violencia del capital criminal? Y también, ¿cuáles son las formas, caminos, de resistencia-supervivencia ante esta situación?

Conocer un objeto empieza por colocarlo en el tiempo y en el espacio. Partir de la sistematización de la información disponible, para construir una línea de tiempo-lugar, que nos permita ubicar los puntos de ruptura, los quiebres, que marcarán el tiempo explicativo.

III.  Tiempo: Génesis

La primera pregunta es, ¿dónde ubicar el punto de partida, la ruptura de génesis del proceso? Un punto genesial, a partir del cual trazar las volutas de un tiempo en espiral.

El estallido es resultado de un proceso prolongado. La pregunta sería, ¿cuándo el Ecuador se convierte en un engranaje clave del funcionamiento del narcotráfico y del capital criminal mundial? Y, quizás una mirada más amplia, ¿cuáles son los factores que generan las condiciones para que el Ecuador pase de “isla de paz” a espacio privilegiado del lavado, almacenamiento, tráfico e incluso producción de la droga? ¿Cuál es la línea de tiempo en la conformación de un proceso que en el momento actual se muestra como estallido? La violencia del narcotráfico se presenta como indicador que hay que explicar, más que como causa explicativa

Y aún más, este no es un problema local, responde a una lógica del capital y del orden mundial. Por ello, la pregunta genesial sería, ¿cuándo el narcotráfico se convierte en un problema económico-político mundial? ¿Cuándo la hoja sagrada de coca, utilizada por los pueblos originarios para sus ritos sagrados y como potente energético en medio del trabajo, se convierte en la planta del mal? ¿Cuándo la coca se convierte en cocaína industrial y en mercancía de acumulación del capital criminal? ¿Cuándo el narcotráfico se convierte en el problema absoluto, en la amenaza principal a la seguridad del Estado?

La coca era consumida en nuestra América desde hace muchos siglos. Se penaliza el uso de la droga en una combinación de la prohibición religiosa y el poder político, hasta convertirlo en la amenaza principal a la seguridad nacional. Hay un momento decisivo: la respuesta a los acontecimientos del 11S, en que cristaliza la segurización de la política y del Estado, y la constitución del narcoterrorismo como el nuevo enemigo global, después de la caída de la URSS. Convergen los mundos: terrorismo, narcotráfico y migración post 11S. (Chávez, 2008)

El Acta Patriótica, Ley para la Unión y el Fortalecimiento de América por medio de la Provisión de Herramientas Adecuadas Requeridas para Interceptar y Obstruir al Terrorismo, promulgada por el Gobierno de Bush, en julio 2001, cierra la tradición liberal de Estados Unidos, elimina las libertades individuales y da paso a una estrategia de vigilancia y control de toda la sociedad.

La coca era consumida en nuestra América desde hace muchos siglos. Se penaliza el uso de la droga en una combinación de la prohibición religiosa y el poder político, hasta convertirlo en la amenaza principal a la seguridad nacional.

La Ley de Estrategia de Seguridad Nacional del Estados Unidos, emitida por George W Bush en septiembre de 2002, traza una nueva política de seguridad y una nueva división geopolítica entre el mundo de Occidente y el Eje del Mal. Bush calificó al terrorismo como un “acto de guerra” y no como un “acto criminal”, como lo habían hecho las anteriores administraciones demócratas (Barrientos Ramírez, 2008).

Esta cristalización es resultado de un largo proceso de definiciones. El ritmo es más acelerado, en referencia a América Latina, por su dependencia más directa. El rastro pasa sobre todo por las relaciones políticas de Estados Unidos con Colombia.

El problema de los estupefacientes para Estados Unidos empieza como un problema de consumo. La Comisión Shafer designada por Richard Nixon en 1972 para evaluar las políticas antidrogas, concluyó que el uso del alcohol era más peligroso que el del cannabis, y que era conveniente legalizarlo. Nixon, un ferviente cristiano, acusó que esa era una recomendación de los judíos para destruir a Estados Unidos, y más bien dispuso una estrategia de criminalización y persecución. Y acuñó la frase “guerra contra las drogas”. (Linton, 2015)

En los años 80 se señala los altos costos económicos y sociales del consumo de drogas para Estados Unidos, así como los efectos para la salud.  Como la mayoría de las drogas vienen de afuera se ha creado una doctrina del enfrentamiento al enemigo externo, mediante la intervención en el punto de origen, en la producción y procesamiento. (Chávez, 2008) En 1986, el Gobierno de Reagan define al narcotráfico como una amenaza a la seguridad nacional. Este es el punto de quiebre en las estrategias de lucha contra las drogas.

“Cuando Bill Clinton y el entonces presidente colombiano Andrés Pastrana negociaron el Plan Colombia en 1998, acordaron que la lucha contra las guerrillas y la lucha contra las drogas eran dos batallas completamente diferentes. (…) Pero poco después, durante una reunión en Washington, Pastrana cambió su postura y repentinamente se ubicó del lado de lo que más tarde se llamaría la «narcotización» del conflicto colombiano, es decir, la idea de que el tráfico de drogas es el único problema real que frena a Colombia.” (Linton, 2015)

Bill Clinton firmó en julio del 2000 la ley que puso en marcha el Plan Colombia. La propuesta la había formulado Andrés Pastrana en 1999. Foto www.andrespastrana.org

Con el Plan Colombia y con la calificación delas FARC como terroristas a raíz de la Estrategia de Seguridad de Estados Unidos, “la guerra contra las drogas se volvió sinónimo de guerra contra el narcoterrorismo. Se definió al nuevo enemigo global como narcoterrorismo. “El problema era que diez años después de que el Plan Colombia entrara en funcionamiento, la cocaína ya no era solo una droga. Lo era todo.” (Linton, 2015)  Pero, si bien el Plan Colombia logró desarmar a las FARC y desmovilizar las Autodefensas, el negocio de las drogas más bien creció.

Conocido simplemente como El Plan Colombia, el PC fue un acuerdo bilateral suscrito entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos en 1999 durante las administraciones de los presidentes Andrés Pastrana y Bill Clinton.

En nuestro país, en términos de economía política el punto de quiebre está en el salto a la dolarización en 2000, a raíz de la crisis y el salvataje bancarios, lo que abre las puertas al interés de las mafias internacionales para utilizar las facilidades para el narcolavado ante un sistema monetario que no tiene que pasar por la moneda local, y que no cuenta con controles sólidos. A partir de esa fecha se puede ubicar la entrada de los carteles mexicanos y de la mafia albanesa, y su progresiva expansión, la metamorfosis de las bandas delincuenciales locales en grupos de delincuencia organizada.

IV. Tiempo: Periodización

Podemos distinguir cinco períodos del narcotráfico y el capital criminal en nuestro país.

La isla de paz

Un primer período en torno a los 80-90 del siglo pasado, en que los carteles colombianos, de Cali y Medellín, utilizan al Ecuador como sitio de tránsito, por el puerto de Guayaquil a través de la exportación de productos primarios, sobre todo banano y camarón. Los vínculos se tejen entre el poder encabezado en Colombia por Uribe, y sectores del Partido Social Cristiano. Un período que se presenta al Ecuador como “isla de paz”, en medio de los dos grandes productores y exportadores de coca, Colombia y Perú.

La conclusión de este período coincide con la firma del Plan Colombia en 1999, que controla el poder monopólico de las mafias colombianas, y abre las condiciones para un desplazamiento al control de las mafias mexicanas.

PlanV: 1992. Jorge Hugo Reyes Torres. Fue detenido en Santo Domingo, durante la operación Ciclón. La Policía lo anunció como la más grande desarticulación de una red de narcotráfico a la que se le incautaron 50 propiedades, entre haciendas, departamentos, bodegas, además de decenas de vehículos, muebles, joyas, obras de arte y armas, según describió El Universo.

La figura emblemática de este período es el patriarca mafioso Jorge Reyes que creó una red mafiosa con clientelismo social, con un modelo similar al de Pablo Escobar, como benefactor de una base social. Los bienes de Reyes fueron decomisados en el operativo Ciclón en junio de 1992, en que se intervinieron 34 propiedades, 90 carros, un número indeterminado de bienes muebles e inmuebles, que pasaron a administración del CONCEP.

Período 2000-2016: la latencia

El paso a la dolarización el 2000 marca un salto cualitativo, el país se convierte en plataforma de narcolavado utilizada por los carteles transnacionales. La entrada de los carteles mexicanos, ante todo el Cartel de Sinaloa y luego el Cartel Jalisco Nueva Generación, transforma los grupos locales, organizados en torno a los Choneros, en grupos de delincuencia organizada.

La reforma carcelaria, con una red de mega prisiones, y la estrategia de negociación con las bandas, sobre todo con los Lating King y los Ñetas, tuvieron resultados contraproducentes. Por debajo las bandas locales tejieron relaciones con las mafias internacionales, sobre todo mexicanas, se operó la metamorfosis a grupos de delincuencia organizada, y establecieron el control de las cárceles como centros operativos. Lo que se ganó en el control de la violencia externa y la reducción de las muertes violentas, se tradujo en la gestación de redes extorsivas con conexiones políticas y económicas: “cuando se configuran redes de protección extorsiva patrocinadas por el Estado, los niveles de violencia letal en los mercados ilícitos son bajos. En cambio, cuando estas redes se rompen, la violencia letal se dispara.” (Snyder & Durán, 2009) (Córdova, 2024)

En el contexto internacional hay tres procesos claves. La securitización de la guerra contra el narcoterrorismo a raíz de los acontecimientos del 11S. La entrada de capitales ilegales para compensar la crisis hipotecaria-financiera del 2008. La sobreproducción de cocaína en torno a 2014-2015, que lleva a las mafias mexicanas a modificar el pago monetario de los servicios a las bandas locales a pago en especie, lo que abre las condiciones para la ampliación del microconsumo interno, base de la disputa de territorios entre las bandas.

Período 2016-2020: hacia el narco-Estado

El debilitamiento y crisis de los Estados nacionales en el nuevo orden mundial, abre paso a la transnacionalización del crimen organizado.

La Paz del Estado Colombiano con las FARC modifica el mapa de la producción y tráfico de la droga colombiana. El retiro de las FARC que actuaban como para-Estado en la zona limítrofe con Ecuador, permite la expansión de la producción de coca y el desplazamiento de las rutas de tráfico a nuestro país.

Al mismo tiempo, la crisis migratoria desde Venezuela, abre condiciones para la expansión de la mafia venezolana, tanto el Clan del Sol, que opera través de estructuras estatales, como del Tren de Aragua, que actúa desde bandas criminales en Venezuela, y que se expande a nivel internacional, sobre todo en Perú y luego entra en nuestro país.

Al Tren de Aragua se le atribuyen crímenes atroces con desmembramiento en varios países del pacífico. (Foto: Policía Nacional de Colombia)

Dos figuras emblemáticas: Édison Washington Prado Álava, alias Gerald, conocido como el Pablo Escobar de Ecuador. Se inició como lanchero y se convirtió en jefe de una banda de tráfico, vinculado a altos cargos de la policía y de las Fuerzas Armadas. Según la justicia norteamericana habría transportado 250 toneladas de cocaína hacia Estados Unidos entre 2016 y 2017. Apresado en Ipiales el 12 de abril de 2017, fue extraditado a Estados Unidos, donde permanece recluido en prisión con una condena de 19 años.

Y el exPrefecto de Manabí, Mariano Zambrano, vinculado al socialcristianismo y luego al correismo, denunciado por el Consejo de Participación Ciudadana en 2018 por presunta participación en los delitos de delincuencia organizada, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, perjurio, testaferrismo y lavado de activos. La Fiscalía archivó el caso después de cuatro años y cuatro meses, bajo el argumento de que no se habían encontrado pruebas.

Se abren las condiciones para el paso hacia un narcoestado, como señaló en su momento Francisco Huerta Montalvo. “Para que sea aplicado el calificativo "narcoestado" a un determinado país, este debe cumplir con algunas prerrogativas esenciales: permitir que carteles del narcotráfico operen con libertad en el territorio (tanto en la producción como en la distribución de drogas), que el sistema financiero (los bancos) esté involucrado en dichas actividades y que el Estado, sobre todo, sea cómplice y parte activa del negocio.” (Serafino, 2022) Hay que añadir un factor decisivo: la articulación orgánica del Estado y la economía del país a la reproducción ampliada del capital criminal.

El estallido de la violencia criminal: 2020-2024.

Se crean las condiciones para la tormenta perfecta. La crisis política se presenta como un empate catastrófico en la oposición binaria correismo-anticorreismo que maniata el funcionamiento del aparato del Estado, en un doble proceso: de un lado, el intento trunco de reforma  y de desmonte de las estructuras heredadas del período de la Revolución Ciudadana, y de otro, la vinculación de las instituciones del Estado con estructuras mafiosas y políticas, lo que desemboca en una descomposición creciente de la justicia, las cárceles y los aparatos de seguridad.

Esta violencia está ligada al cambio del papel del Ecuador en la reproducción ampliada del capital, pasa a ser espacio de narcolavado, zona principal de almacenamiento y tránsito, e incluso zona de producción y procesamiento. El Ecuador “se ha convertido en un país que ocupa un puesto privilegiado en la cadena de valor del narcotráfico, al incrementar exponencialmente su participación en la producción, el refinamiento, el almacenamiento y el transporte de drogas ilícitas.” (Rivera-Rhon & Bravo-Grijalva, 2020, pág. 10)

Plan V recoge los datos de la Evaluación situacional del entorno estratégico del narcotráfico en Ecuador, 2019 - 2022  realizada por la Dirección Nacional Antinarcóticos. Señala que el 80% de la cocaína del sur colombiano pasa por Ecuador. “Los departamentos de Nariño y Putumayo, fronterizos con Ecuador, alcanzaron el 43% del total del cultivo de hoja de coca en el país vecino, en 2021. Esto representa en promedio 574 toneladas métricas de clorhidrato de cocaína.” Entre el 70 y el 80% de esta cocaína ingresa a Ecuador, “es decir, en 2021, entre 400 y 460 toneladas.” La Policía ecuatoriana incautó 176 toneladas, es decir entre el 38 y 44% de esta droga. (Plan V, 2023)

Esta violencia está ligada al cambio del papel del Ecuador en la reproducción ampliada del capital, pasa a ser espacio de narcolavado, zona principal de almacenamiento y tránsito, e incluso zona de producción y procesamiento.

Un hecho clave es el asesinato de Jorge Luis Zambrano, alias Rasquiña, el líder de los Choneros, el 28 de diciembre de 2020. Los Choneros, bajo el mando de Rasquiña, habían logrado mantener el control de las cárceles y también el control de los diferentes grupos. A raíz de este asesinato se desata una disputa sangrienta entre las bandas por el control de las cárceles, convertidas en centros de coordinación de la delincuencia, y por el control de territorios. Incide también la disputa por los vínculos con las mafias mexicanas, mientras Los Choneros mantienen la alianza con Sinaloa, los grupos disidentes se vinculan a Jalisco Nueva Generación.

El caso Metástasis muestra los vínculos orgánicos de los GDO encabezados por Leandro Antonio Norero Tigua, con el Director General del Sistema de Prisiones (SNAI), con el Presidente de la Judicatura, con altos mandos de la Policía y las Fuerzas Armadas, con jueces, fiscales y abogados. Formó parte de los Ñetas y participó con los Lating King en el proceso de pacificación impulsado por el gobierno de Rafael Correa. Conformó una amplia red de narcolavado que penetra diferentes sectores de la economía, minería, bienes raíces, equipos de fútbol, centros de apuestas, etc. Aparece vinculado al exVicepresidente Jorge Glas. Se consolidó en el período de la crisis del Covid19, convirtiéndose en el principal proveedor de los Choneros, los Lobos, los Tiguerones y los Chone Killers, estos últimos fueron fundados por él.

El caso Purga, una ampliación del caso Metástasis, muestra los vínculos con una red coordinada por Pablo Muentes, exAsambleísta del Partido Social Cristiano, y la participación de siete jueces de la Corte Provincial de Justicia de Guayas.

A la presencia de los carteles mexicanos se suma la actuación de la mafia albanesa, atrás de la cual operan diversas mafias europeas. A diferencia de las estrategias del capital criminal mexicano que opera en alianza con los grupos de delincuencia locales, la mafia europea actúa en relación directa con los grupos económicos y de poder locales.

El caso Gran Padrino muestra la relación orgánica de la mafia albanesa, representada por Dritan Gjika, con el Grupo Financiero del Banco de Guayaquil, encabezado por el Gran Cuñado, Danilo Carrera, y con las estructuras del Estado, mediante la conformación, dispuesta por el Presidente Guillermo Lasso, de una red estatal, estructurada en torno a EMCO, Empresa de coordinación del manejo de las Empresas Públicas, presidida por Hernán Luque Lecaro, y con la mediación de Rubén Cherres. El asesinato de Cherres ha silenciado este proceso. Hay denuncias de vínculos de la Comandante General de la Policía, Tannya Varela, en este caso. Sin embargo, la investigación no ha sido impulsada con decisión por la Fiscalía General del Estado.

La drogas sintéticas

La entrada y expansión de las drogas sintéticas, en especial el fentanilo, en el mercado norteamericano, va a modificar el papel de las drogas de origen agrícola, como la cocaína. Implica el paso desde la renta tradicional a la renta tecnológica en la producción, circulación y consumo de las drogas.

En cada período hay que reconstruir las zonas grises de las cruces cuadradas que operan, las variaciones de las bandas locales y de sus articulaciones con las mafias transnacionales, las modificaciones del funcionamiento del capital criminal, los vínculos y transformaciones de las institucionalidad del Estado, y los cambios en la cultura y la sociedad.

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