
I. Un gigante de mil cabezas a través de la niebla
Este es el primero de varios análisis sobre el paro de octubre. Lea la SEGUNDA PARTE, TERCERA PARTE, CUARTA PARTE, QUINTA PARTE
"La hidra tenía un cuerpo enorme, con nueve cabezas, ocho mortales pero la de la mitad inmortal. [...] Hércules no podía lograr ningún efecto al cortar sus cabezas con la maza, porque tan pronto como una cabeza era cortada, dos crecían en el mismo punto" Apolodoro, Bibliotheca 2.5.
El Decreto 883, por el cual se eliminaban los subsidios a los combustibles fósiles, más que un detonante fue como la llave que abrió una caja de Pandora, una caja que dejó escapar, con violencia, todos los males. En el relato mítico, en el fondo de la tinaja, solamente quedó la esperanza. Habría que preguntarse si también la esperanza se esfumó en la caja de Pandora del Ecuador.
Esta explosión de violencia desenfrenada tuvo, acaso, una virtud. A través de la niebla vimos a un gigante, que estuvo oculto durante años, avanzar por campos y ciudades, demostrando su ira y su poder. Nada de lo que sucedió durante el mes de octubre fue respuesta, únicamente, a las medidas económicas. Lo sucedido, más bien, muestra un malestar que no hemos comprendido. Un malestar de incidencia planetaria. En la Ruta Viva se destruyeron los radares, y en esta acción tan localizada, y hasta absurda, hay algo global. Porque Ambato fue Ecuador, como Ecuador fue el mundo, y como el planeta se muestra en una ciudad como Valparaíso en Chile o como en Cali en Colombia.
En el imaginario de los males quienes no fuimos protagonistas del torbellino vimos todo reunido: narcotráfico, minería ilegal, contrabando, racismo, insurgencia, resentimiento y venganza, ira, injusticia, odio y división, explosión de las fuerzas contenidas de una sociedad arrinconada durante 12 años, atentados de todo tipo a las personas y a los bienes públicos y privados. En suma, sufrimos una primera dosis de un terror desconocido. Todo lo que dábamos por descontado se desmoronaba como un castillo de naipes.
¿Qué es lo que pensaban, cómo se sentían, qué es lo que querían? ¿De dónde venían, a dónde iban? ¿Lo sabe la élite política ecuatoriana?
En el imaginario de los protagonistas de estos hechos, de los otros, ¿qué es lo que vieron?, ¿qué veían aquellos que ingresaron a las floriculturas, que bajaron de los barrios a las plazas de las ciudades, que construyeron barricadas con las piedras de antiguas calzadas, que quemaron tanquetas de militares, que protestaron en masivas manifestaciones también relativamente pacíficas? ¿Qué es lo que pensaban, cómo se sentían, qué es lo que querían? ¿De dónde venían, a dónde iban? ¿Lo sabe la élite política ecuatoriana? ¿Tiene alguna remota idea acerca de lo que está sucediendo en las cabezas de millones de ecuatorianos desplazados del poder, de la política, de la economía y hasta de la comunicación?
¿Hubo infiltrados? Por supuesto. ¿Al calor de la violencia grupos políticos fanatizados y radicalizados aprovecharon el momento para desestabilizar al régimen? Sin duda. ¿El correísmo más radical encontró la oportunidad para retomar la hegemonía política perdida y para, así, esconder sus fechorías? Sería ingenuo no creerlo. ¿Se prepararon escudos fabricados en serie con días de antelación, se pagaron camiones para el transporte, se dinamizó la protesta con múltiples recursos financieros provenientes de diversas fuentes especialmente ilegales, hubo entrenamiento paramilitar? Seguro que sí. ¿Pero todo esto es suficiente para explicar los hechos vividos? De ningún modo. ¿Se trata de un fenómeno que se explica exclusivamente por un contexto solamente nacional? Parece poco probable.
El gigante de mil cabezas está ahí, siempre ha estado, y, lo que es más perturbador, siempre estará. Se muestra de maneras sutiles todos los días, pero a veces aparece con toda su fuerza. Los unos le vimos su rostro por un tiempo corto y hasta se puede suponer que los otros, desde dentro del huracán, también vieron su rostro. Y todos, los unos y los otros, comprendimos de lo que es capaz.
Desde fuera el gigante aparece monstruoso y maligno. Desde dentro, quizás, bello, virtuoso y poderoso. Y para quienes estuvieron en la frontera del huracán, acaso vieron los dos rostros del gigante.
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